LOCO YO, LOCO VOS

Dos locos se reconocieron entre la multitud una tarde soleada del barrio de Carapachay, donde dicen que el crepúsculo es, por choreo, más naranja que en cualquier otro lugar. A mi me gustaría dar fe pero soy contrera por naturaleza asturiana, así que ando buscando atardeceres todavía más atractivos y llevando esta historia a cuestas. Los dos locos se reconocieron, como les decía, por la mirada y por la risa que los delataba; pero sobre todo se reconocieron porque se dieron (cedieron) cuenta de la hilarante aceptación de su falta de cordura. Y justo en el instante siguiente a este sublime descubrimiento, mientras el brillo de la carcajada más fantástica les iluminaba los rostros, el destino les devolvió una pared genial (fiel reflejo de sus irrealidades) desde la portada de un periódico olvidado. Ellos ni lentos ni faltos de pereza, aprovecharon la volteada para abrazarse y charlar, compartiéndose casi respetuosamente la(s) palabra(S).

-Julio Giglio-
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